AMOR SE ESCRIBE SIN HACHE, ¡ME IMPRESIONO! PLEASE COMENTARIOS

IMPRESIONANTE, ¡ME ENCANTA!....

“El hombre es el ser más ingenuo de la Creación, y donde la mujer pone cálculo, él no pone más que simpleza”


Amor se escribe sin hache Enrique Jardiel Poncela
La mejor forma de sobrevivir a un día tan espantoso como San Valentín es con sentido del humor y cierta elegancia.
Y para ello, nada como refugiarse en un clásico como Jardiel Poncela, nuestro Groucho Marx patrio, y releer alguno de los pasajes de su magnífica y descacharrante “Amor se escribe sin hache“. Carcajadas garantizadas.
(Nota del Guardián: Aconsejo no leer este libro en un medio de transporte público o en un café, o le tomarán por un tarado cuando empiece a reírse espasmódicamente.)
Extracto de “Amor se escribe con hache”, de Jardiel Poncela.
No me importa declarar que entonces las novelas de amor me gustaban. Tenía quince años, y también me gustaba beber cerveza, escribir cartas en verso a amadas imaginarias y ponerme cuello de pajarita.



En tales novelas leí y aprendí las siguientes cosas:
1. Que los hombres que enamoran a las mujeres son siempre altos, delgados, de pelo negro y ojos verdes y se dedican a la literatura, a la pintura, a la escultura, a la aviación o a la tauromaquia.
2. Que todos, sin excepción, tienen puesto un piso de soltero en la calle de Ayala.
3. Que los hombres que no reúnen las condiciones citadas se ven despreciados y engañados por las mujeres.
4. Que las citas de amor se verifican a las cinco de la tarde.
5. Que a las mujeres fatales se las encuentra a bordo de los trasatlánticos y de los expresos, o en Londres o en Berlín o en Suiza o en la Costa Azul.
6. Que cuando dos amantes distinguidos entran en un bar, piden siempre sendos “cocktails”.
7. Que hay gentes que se mueren de amor.
8. Que existen amores eternos.
9. Que las mujeres de vida airada son unas santas, mientras que las aparentemente honradas son monstruos de perversión.
10. Que los hombres se dividen en dos grupos: buenos y malos.
11. Que el amor es lo más importante del mundo.
12. Que la gente elegante vive hastiada de la vida, es extravagante y toma cocaína, morfina y éter.
13. Que los “cabarets” son antros de perdición.
14. Que las mujeres cultas y exquisitas aman de un modo excepcional.
15. Que las muchachas solteras se dividen en inocentes y puras y pervertidas e impuras.
16. Que el acto de hacer el amor es muy poético.
Todo esto leí y aprendí en las novelas llamadas “de amor”. Pero ha pasado el tiempo y la vida me ha enseñado estas otras cosas:
1. Que a las mujeres igual las enamoran los hombres altos que los bajos, que los de ojos verdes, que los de ojos saltones, que los escultores, que los peritos mercantiles, con tal de que tengan dinero para sostenerlas y energías para satisfacer su sensualidad.
2. Que no llegan a cinco los hombres que tienen puesto piso de soltero en la calle de Ayala.
3. Que las mujeres, cuando desprecian o cuando engañan, lo hacen sin saber por qué, pues razonan rarísimas veces.
4. Que las citas de amor, como los relojeros, no tienen hora fija.
5. Que a las mujeres fatales se las encuentra hasta en el consomé.
6. Que el “cocktail” no lo piden más que cuatro cursis a los que no les gusta.
7. Que nadie se muere de amor, sino de la gripe.
8. Que no hay un solo amor eterno.
9. Que todas las mujeres son iguales, salvo las diferencias de nombre, de cédula y de cutis.
10. Que los hombres no se dividen en grupos, sino en piaras.
11. Que el amor no tiene la importancia que se le da.
12. Que sólo toman estupefacientes las personas que no han digerido las novelas de amor precitadas.
13. Que en los “cabarets” no se pervierte ni se divierte nadie.
14. Que no hay mujer que no ame de un modo vulgarísimo.
15. Que las muchachas solteras no son susceptibles de división ninguna, porque forman una sola falange de “hambrientas de la carne”, unas que saben lo que les ocurre y otras que no aciertan a explicárselo.
16. Que el acto de hacerse el amor ha sido, es y será una suciedad tan lamentable como tranquilizadora.
La diferencia existente entre lo que aprendí en las “novelas de amor” y lo que he aprendido viviendo, me prueban que esas novelas inculcan falsas y absurdas ideas en los cerebros juveniles.
Para ello he escrito “Amor se escribe sin hache”, pues pienso que las novelas “de amor” en serio solo pueden combatirse con novelas “de amor” en broma. Exactamente igual hizo Cervantes con los libros de Caballería, sin que esto sea osar compararme con Cervantes pues entre él y yo existen notables diferencias; por ejemplo: yo no estuve en la batalla de Lepanto.
Sentido del humor, mis queridos lectores. Eso, que nunca falte. NUNCA
 CARI

Me ha gustado esta entrada, la necesitaba..besos